Ricardo Paz. Monte Taller, Nicolás García Uriburu, Alicia Herrero, Mariano León, Teresa Pereda, Alejandro Puente, Hernán Salamanco, Juan Sorrentino, Candelaria Traverso, Colectivo Tsufwelej

MONTE

El 30 de julio inaugura en Herlitzka & Co. la muestra colectiva MONTE, una exposición que celebra el cruce entre arte contemporáneo y saberes ancestrales. La muestra surge como parte de una colaboración con el espacio que Ricardo Paz impulsa desde hace más de treinta años, dedicado a visibilizar y fortalecer el trabajo de artistas y artesanos del Norte argentino, especialmente de la provincia de Santiago del Estero.

En diálogo con muebles, textiles y objetos de su acervo, se exhibirá una cuidada selección de obras de artistas de la galería. El recorrido incluye piezas de Alejandro Puente, Hernán Salamanco, Alicia Herrero, Nicolás García Uriburu, Noemí Gerstein y Candelaria Traverso, entre otros.

Para Mauro Herlitzka, pensar el arte contemporáneo implica también repensar los modos de exhibir, vincular y activar obras y saberes. En esta exhibición, propone un cruce entre experiencias en el campo del arte, poniendo en diálogo artistas de la galería con creadores provenientes de otros territorios y tradiciones. Herlitzka habilita así una zona de encuentro que valora tanto la singularidad estética como la dimensión comunitaria de las prácticas artísticas.

Ricardo Paz presenta una serie de muebles, textiles y objetos en lana, madera y cuero, todos de realización artesanal. Algunos forman parte de su extensa recolección de arte popular; otros son objetos intervenidos o de creación propia. “La invitación de Mauro Herlitzka para juntar ambos mundos: el del arte étnico argentino y el arte contemporáneo, y presentar ambos lenguajes combinados en su espacio, ha producido un diálogo de una fecundidad inesperada”, sostiene Paz.

Luego de años de viajar por el mundo, Paz regresó al país a inicios de los años ochenta. Una atracción por el arte y la historia lo llevó a investigar el oficio de anticuario. Curioso ante una identidad nacional que le resultaba esquiva, luego de recorrer la Argentina profunda se concentró en la cultura mestiza del monte santiagueño, por ser cuna de nuestros primeros criollos.

Así nació primero el concepto de “arte étnico argentino”, que describía sus hallazgos: textiles, muebles y objetos rurales de uso cotidiano, siempre hechos a mano con materiales orgánicos del entorno en que nacen. En su taller de Palermo Viejo, Paz restaura, interviene y crea nuevas piezas. “En un mundo sin bosques, el monte es un lujo argentino y el diseño orgánico una oportunidad, una posibilidad casi exclusiva. Voy a hacer cosas que una máquina no pueda copiar”, afirma. Así nacieron las Mesas Monte, creadas con troncos recuperados de árboles volteados por tornados o por la insensible voracidad sojera.

Desde 2002, dirige la Reserva Natural y Cultural Los Silencios, destinada a recuperar el monte nativo: más de 500 hectáreas de naturaleza protegida en las Sierras de Sumampa, al sur de Santiago del Estero. Allí, además de su labor ecologista, Paz instaló su taller, donde produce sus piezas y desarrolla proyectos de Land Art. La reserva fue adquirida, desarrollada y sostenida con producción artesanal regional, tanto antigua como contemporánea. “La identidad genera trabajo y la cultura sostiene a la naturaleza que la inspira”.

“El monte es el espacio que la muestra evoca, y decimos que evoca, no que representa, porque no se trata aquí de exhibir al monte tal como es o debería ser. Se trata de traerlo en un encuentro de materiales y formas, de objetos antiguos y nuevos, en un cruce de configuraciones tan diversas como cuadros, instalaciones, muebles y tejidos que se resisten a ser comprendidos de acuerdo con categorías estancas.”, escribe en el texto de sala Marta Penhos, quien es Vicepresidenta de la Academia Nacional de Bellas Artes, Argentina (2025-2027).

Y suma en otra parte del texto:Podemos apreciar las boleadoras, pensadas para cazar, en una composición que las resignifica, y las mesas, que se nos ofrecen no como ‘hechas de’ madera sino como el tronco mismo que ha caído en el bosque por añoso o a causa de tormentas o incendios provocados, y que el diseño rescata en formas orgánicas, macizas y elegantes al mismo tiempo. El textil se expresa en piezas antiguas y en propuestas actuales, y así adquiere sentidos renovados. Los diseños andinos se ven confrontados con aquellos que trajeron los conquistadores, ahora tan propios unos como los otros. El monte se hace presente en las salas de la galería, resistiendo con sus espinas y sus colores, con el soplo de su aire caliente y el reclamo de una urgencia: cuidarlo es cuidar la belleza que anida en él y lo hace hogar de vida y arte”.  

 

Prensa

Marina Oybin

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