Juan Sorrentino

La música como epifanía del mundo

Hallándose un día en el monte, el artista se dispuso a escuchar los sonidos y las direcciones, tras lo cual construyó un gigante cono que pudiera dar cuenta de la interrelación de la materia en el indisoluble espacio–tiempo. Este cono sería el instrumento para volcar hacia afuera las texturas sonoras del mundo y, así, llevar adelante la comitiva de un relevamiento de los ecosistemas. Un gesto más en la comprensión de sus misterios.

La exhibición La música como epifanía del mundo del artista Juan Sorrentino está marcada por el pulso de la técnica, el sonido y la percepción de la naturaleza. Sorrentino presenta un conjunto de cuatro núcleos de obras en el que convergen sus conocimientos como músico, artista sonoro, escultor, carpintero y herrero. El cuerno que anuncia las relaciones de este mundo asume la forma de un monumental cono de acero en Space Scanner; un trío vocal recita poesías que se diluyen en el tiempo develando las resonancias espaciales; el desgarro se oye de los árboles quemados que se arrastran sobre el muro, raspando su volumen y dejando el registro de su huella. Los nativos mitológicos de esta liturgia son las Mancuspias, un conjunto de que evolucionaron hacia esculturas mutantes. La apuesta es aquí un ensamble híbrido de objetos sonantes.

La voz de la orquesta se personifica con los Teleféricos, esculturas verticales parlantes que llevan del suelo al cielo versos que han sido grabados una y otra vez hasta perder la definición y dejar audibles sólo los armónicos resonantes de los espacios. Este trío vocal que homenajea al compositor Alvin Lucier en su técnica [I’m sitting in a room], propone un ejercicio experimental de poesía impermanente. El traslado de los parlantes en una acción repetitiva de ascenso y descenso acentúa la mecánica del movimiento de Quebrachos, fragmentos de árboles quemados arrastrándose por el muro como cuerpos desplazados. Esta obra hace eco del Chaco natal de Sorrentino, territorio atentado por el desmonte feroz y la explotación de los recursos naturales. En Quebrachos, el desplazamiento material y conceptual “monte–ciudad” es directo. ¿Será que acaso esta danza mecánica es la que marca el ritmo subyacente de la composición?

Inspirado por el concepto de “mancuspia” extraído de la literatura de Cortázar como denominación de unos animales imaginarios, Sorrentino crea obras que replican acciones tan simples como mágicas en tanto develan a la naturaleza como fuente inagotable de recursos sensoriales y estéticos. Las Mancuspias de Sorrentino son objetos sonoros concebidos a partir de fragmentos de maderas encontradas, hierros y elementos de ferretería. Cada pieza atesora dentro de sí un espíritu sonoro: una música única posible de escuchar sólo a través de su dispositivo escultórico como cuerpo.

La composición de las Mancuspias responde a necesidades del tipo formales, mientras que la música nace de un gesto vinculado con la realización singular de cada una. Los audios son piezas únicas originadas a partir de una sonoridad implícita en el proceso de producción del objeto. El escultor sonoro utiliza aquí las herramientas del artista carpintero y herrero, trabajando las pistas de audio como lo hace con las maderas y los hierros. Estas correspondencias sonoras y procesuales se vinculan más con los recursos de los oficios que con los artificios de los efectos y atisban un universo de matices propios de su transposición. Audios lijados, barnizados, quemados; con la fuente siempre al descubierto.

Los sonidos de Sorrentino no imitan la naturaleza, sino que contienen el registro de ella y de los procesos de manipulación posteriores al desplazamiento de su lugar de origen. En el caso de Space scanner, la obra hace un relevamiento sonoro del espacio, visibilizando la dimensión acústica del entorno. Su cualidad escultórica y su movimiento replican la geometría del círculo como figura sagrada. La pieza está compuesta por un cono de acero que flota sobre una balsa cónica en un estanque y gira sobre su eje proyectando un ruido blanco, aquel que contiene todas las frecuencias del espectro audible. La proyección de este sonido sobre las materialidades del espacio permite medir las tramas vibracionales que componen el recinto. El escaneo revela las particulares reacciones de la materia ante este chorro blanco: rebote, absorción, reflexión, color; un ecosistema reflexivo e inmersivo de comportamientos. Si bien Space Scanner fue concebido en la naturaleza, el emplazamiento en la sala de la galería da cuenta del comportamiento acústico del entorno específico como un diagnóstico único, un estado de conciencia sobre el territorio.

La música es la arquitectura de este paisaje, una evocación del grito de vida desde gestos mínimos, sin estridencias. Una visión terrestre y celeste al mismo tiempo. Cavernosa, envolvente. El sonido le indica al oído la proporción del mundo.

 

Camila Pose

Escritora y crítica de arte