Norberto Puzzolo. Experiencias y estructuras de los ‘60
“Hay artistas que originan movimientos y hay movimientos que engendran artistas o, por lo menos, los despiertan.”
Hugo Parpagnoli, Rosario 67, Buenos Aires, Museo de Arte Moderno, septiembre de 1967.
“El término ‘minimal’ (…) se puso de moda en el año 1965 (…). La tendencia –conocida asimismo bajo los nombres de arte reduccionista, ‘cool art’, ‘ABC art’ o estructuras primarias– se ha convertido en un estilo escultórico en el que las diferentes formas están reducidas a estados mínimos de orden y complejidad desde una perspectiva morfológica, perceptiva y significativa. Se desarrolló sobre todo en EE. UU., y ha destacado también el grupo argentino.”
Simón Marchán Fiz. Del arte objetual al arte de concepto, Madrid, Ed. Akal, 1997, p. 99.
Desde que Puzzolo expuso en Rosario 67 su Pirámide virtual con visión exterior e interior, con tan sólo diecinueve años, se proyectó como de uno de los más jóvenes artistas experimentales del país. Formaba parte de la aventura que desde la ciudad de Rosario asumía un grupo de artistas –entre siete y veinte años mayores que él– inquietos por encontrar nuevas modalidades para el arte, acordes a los vertiginosos cambios que la década del 60 imponía. Estas búsquedas lo llevaron a transitar en escasísimo tiempo diversos lenguajes: desde la gestualidad informalista, los rigores del objeto geométrico, la expansión entre escultórica y arquitectónica de las estructuras minimalistas, hasta la inmaterialidad de las propuestas conceptuales. Dentro de esta línea, en un compromiso creciente con la realidad participó, en 1968, del colectivo que realizó Tucumán arde, uno de los operativos estéticos más complejos y intensos del arte político, no sólo argentino, sino internacional.
El conjunto de piezas que hoy se exponen corresponden a ese momento germinal, pero a la vez definitivo para la historia del arte contemporáneo. Croquis, memorias descriptivas, dibujos y planos originales de estructuras primarias ponen de relieve la importancia del proyecto en este tipo de trabajos, fundamento de su concreción material. Núcleo creativo y a la vez documental, en ciertos casos son la única instancia histórica de obras como Estructura I, III y IV, que en su época no llegaron a realizarse y, en otros, punto de partida para otras, que si bien tuvieron existencia física –Pirámide y Estructura II–, no sobrevivieron al paso del tiempo y fueron recreadas posteriormente.
La tendencia minimalista, consagrada en el país por muestras como Estructuras primarias II, presentada durante la Semana del Arte Avanzado en la Argentina (septiembre de 1967), alienta una concepción reduccionista, que da origen a obras como Estructura II, incluida en la mencionada exhibición, que se basa en formas geométricas elementales, estructuradas en grandes cuerpos modulares desplegados como instalaciones.
Aún inmerso en estos planteos, Puzzolo viró hacia propuestas conceptuales, que hallaron expresión en 1/4 del volumen total y 1/8 del volumen total, cuyo sentido se resuelve en la imaginación del espectador a través de una recepción cooperante. En 1967 también realizó La línea y Situación real, en las que empleó respectivamente, un material industrial como el hilo de nylon y carteles con textos que inducían al público a volverse protagónico activador de la obra. Un mecanismo similar se aprecia en Determinado lugar de la sala y los espectadores que Ia habitan –proyecto presentado al Instituto Di Tella, tampoco realizado en aquel entonces– donde un vidrio transparente colocado en medio del espacio expositivo, inducía sutilmente a las mutuas visiones entre los asistentes.
Finalmente, en la instalación conocida como Las sillas –acontecimiento inaugural del Ciclo de Arte Experimental realizado en Rosario por el Grupo de Arte de Vanguardia durante 1968–, el artista montó una platea desde la que cada espectador pudiera mirar la calle a través de una vidriera y, al mismo tiempo, los transeúntes lograran contemplar en el interior del local el conjunto de sillas con sus circunstanciales ocupantes. Para este trabajo Puzzolo se valió del circular intercambio de roles entre obra y receptor, arribando a la desmaterialización del objeto plástico, a la vez que cumplía con uno de los ideales de la década: la identificación entre arte y vida.
Esta muestra de proyectos, objetos y reconstrucciones, se complementa con series fotográficas y documentos que dan testimonio de la obra de un creador original, emergente de la rica y polémica década del 60, comprometido desde un comienzo, con la experimentación de los lenguajes más actuales.
Adriana Lauria